La publicidad es poder, nos seduce y nos condiciona. Los anunciantes programan sentimientos, estados de ánimo, emociones, percepciones...conocen perfectamente cómo llegar a los clientes a través de la creatividad. Día a día surgen nuevas formas y estrategias de publicidad que se amoldan a los continuos cambios que está experimentando la sociedad.
La Ley 34/1988, de noviembre, General de Publicidad define lo que entendemos por actividad publicitaria. La publicidad es un proceso de comunicación pagada entre un anunciante, las empresas publicitarias y los medios de comunicación cuya finalidad es llegar al consumidor final. Se trata de un sistema que sirve para crear, modificar o reforzar las actitudes de los consumidores. Mediante la persuasión se pretende vender directamente un producto o servicio o reforzar una determinada imagen de marca.
Se considera uno de los recursos expresivos más poderosos de los distintos medios de comunicación de masas. Cada medio con sus diferentes características específicas determina la inserción de los anuncios.
Ni la televisión, ni la prensa, ni la radio existirían sin la publicidad porque ésta es la encargada de financiarlos, dependen de ella. Vemos publicidad, no programas de televisión; leemos publicidad, no periódicos o revistas; escuchamos publicidad, no la radio. De este modo, la publicidad condiciona enormemente todos los contenidos.
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